Si no los detenemos, tarde o temprano su odio caerá sobre todxs
Una civilización que le hace trampas a sus principios es una civilización moribunda”
Aimé Césaire.
En Europa nos gusta presumir de altos valores. Al fin y al cabo somos la civilización de la Ilustración, la democracia, el pluralismo y los derechos universales, ¿no? Ese es un espejo en el que nos miramos y nos gusta lo que vemos. Pero a la vez hay algo en ese reflejo que preferimos ignorar. Como una espinilla en medio de la cara. Nos decimos que ya se irá. El problema es que esa «espinilla» es un tumor. Y a ese tumor un observador objetivo lo llamaría fascismo.
En esa historia hermosa de conquistas de derechos y logros tecnológicos hay también una historia de sometimiento de otros pueblos y de creación de un sistema de pensamiento racista (entre otros) para justificar la exclusión de derechos según conveniencia. En la propia Europa vimos cómo ese odio sin límites, ese egoísmo sin control que se permite justificarlo todo, era una amenaza también para nosotros. Era ya tarde, e hicieron falta millones de muertos y un continente arrasado por la guerra para entenderlo.
A nuestro continente lo destruyeron física y moralmente aquellos que decían ser los defensores de su esencia y su civilización. Según esos, su esencia era un refrito de mentiras para apelar a emociones básicas, y su civilización violencia, odio y agresión.
Hoy esa «espinilla» vuelve a doler. En nombre de España quieren destruir lo más hermoso de nuestra sociedad: la solidaridad, el compromiso con los derechos humanos, el respeto al otro y la convivencia, la cooperación con otros pueblos, la fraternidad…
No se trata sólo del señalamiento de menores inmigrantes en un cartel; de la normalización del racismo; ni de todo lo que lo rodea, como periodistas complacientes y dinámicas sociales que dan impulso a este tipo de mensajes. Todo esto es muy grave, pero hay más: Atacan a principios básicos como la convivencia y el bien común.
Sólo unos pocos privilegiados pueden vivir al margen del bien común. Detrás de su exaltación de España esconden un profundo odio hacia ella.
Si no los detenemos, tarde o temprano su odio caerá sobre todxs